A primera vista una pintura bonita y envolvente. Los colores y el movimiento de las figuras hacen que el cuadro esté en armonía. Los personajes se encuentran en un jardín pasando una tarde aparentemente agradable.

Nada más observarlo, mis ojos se posan en la joven que se columpia. Tiene una expresión despreocupada, incluso parece sonreír. Las líneas curvas de su vestido hacen pomposa esa parte de la escena, y su movimiento de piernas deja deducir que se está divirtiendo. Me fijo después en el zapato que vuela por los aires. ¿Adónde irá a parar? Su vuelo me lleva a la figura masculina recostada bajo la dama: parece dispuesto a coger el zapato cuando caiga. Si por él fuese - pienso -, se lo quedaría y lo utilizaría como excusa para volver a verla.

Podría creerse que es el amado de la dama volatinera, pero ¿y el hombre situado detrás, que impulsa el columpio? ¿Quién es él entonces? Es sin duda el marido y también parece feliz. Feliz en su ignorancia pues está completamente cegado por la falsa bondad y fidelidad de su mujer. Ella va y viene, una y otra vez. No se cansa. Hasta las estatuas se sorprenden de la capacidad que tiene para fingir su engaño y constante juego a dos bandas.

Los ángeles, también en la penumbra se abrazan fuertemente. Uno de ellos, cierra los ojos, temiendo que el secreto se desvele en cualquier momento; el otro, por el contrario, mira asustado a un tercero, que ruega silencio, justo encima del punto de apoyo del amante.

Los detalles, en este caso, son los que permiten hacerse una idea de lo que verdaderamente ocurre. Podría haber pensado que se trata de tres hermanos, y que las estatuas son simples objetos decorativos. Que el zapato, sencillamente, vuela por el entusiasmo de la joven y que el marido se encuentra detrás, en un lugar oscuro, por la propia luz del cuadro y no por una segunda intención.

Puede ser fácil pintar una mentira y hacer que el que lo observa no se percate absolutamente de nada. Pero, ¿será igual de fácil hacerlo en la realidad?

3 comentarios:

  1. Ccxli. says:

    Uó, por fin un relato tuyo *-*
    Pues que decir, que me encanta, como tooooodos :)

  1. Unknown says:

    Hola Sara, soy Marian, me chifla tu blog, estoy totalmente de acuerdo contigo: sin la música y el chocolate ¿QUÉ SERÍA DEL MUNDO?????

    Me ha dejado perpleja tu comentario de El Columpio- Fragonard, de dónde sacas esa chispa x ver más allá???

    En fin no cambies nunca y sigue escribiendo, voy a seguir leyendo.

    Un besazoooooooooo, Marian.

  1. Otro artículo un poco en sintonía :)
    http://www.jugarconfuego.es/swing_fragonard.html

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