Ella jura que puede volar y si no, observa cómo lo hace. Fíjate cómo levanta el vuelo, sin caer, sin que la sostengas. Ella jura que puede escuchar palabras sordas, que puede atrapar en sus manos el aire que respiras, y si no, observa cómo lo hace. Fíjate cómo se adueña del incómodo silencio y lo convierte en melodía, cómo se apropia de un simple soplo tuyo y hace de él vacío. Ella jura que puedo soñar sin dormirse, que puede correr sin cansarse, que puede avanzar sin adelantarse, y si no, observa cómo lo hace. Fíjate cómo imagina en un papel, cómo persigue lo que quiere, cómo traza su camino con un breve latido. ¿No lo ves?
Entonces sólo estás mirando. Miras y miras, creyendo ver, pero ni siquiera te percatas de todo lo que te quiere decir. Duele, claro que duele. Duele saber que no la escuchas, duele saber que no eras quien ella creyó que eras. ¿Sabes por qué la has hecho tanto daño? Ella te quiso demasiado.
Indefinida.*