Esta historia se remonta hacia unos tiempos muy lejanos, en los que los caballeros luchaban en las Justas para así conseguir el reconocimiento de su valor hacia el rey y poder desposar a su hija.

Danna se encontraba en sus aposentos, mientras la criada le cepillaba sus largos cabellos dorados. El Sol había caído por el horizonte, dejando salir a la dueña de la noche. Se giró bruscamente para hablar con la pobre muchacha.
- Loretta, mañana tendrás que cubrir mi huida.
- Pero mi señora, ¿cómo llevaréis acabo esa descabellada idea?, se celebrarán las Justas.
- No quiero casarme con el caballero que logre vencer a los demás, quiero decidir yo misma con quien compartir mi vida – explicó segura y decidida.
- ¿Qué dirá vuestro padre? Si por algún motivo sois descubierta, !os pasará algo ma...
- ¡Shhhh! No se enterarán porque no diréis nada – le cortó al mismo tiempo que le tapaba la boca – partiré antes de la ceremonia, cuando todos los nobles se estén preparando para las luchas. Es la única forma de pasar inadvertida. Necesito que consigáis una armadura, preparéis también provisiones y un caballo.
- ¿A dónde iréis?
- Todavía lo desconozco.

La oscura noche poco a poco se fue aclarando y la joven princesa se introdujo en el prolongado pasillo de habitaciones, después de haber esperado a que todos los guardias se hubieran ido al gran portón del castillo, donde recibirían a caballeros que llegarían a última hora.
Con cautela y sigilo, descendió por las escaleras consiguiendo llegar, sin ser vista, al patio donde la esperaba la humilde muchacha con el caballo.
- Todo está preparado para vuestra huida – dijo solamente – os echaré de menos, mi señora.
- Todavía no es la hora de despedirse, necesitaré un escudero.
La joven sonrió y se marchó. No se esperaba que Danna quisiera marcharse con ella. Más tarde apareció con la vestimenta adecuada.
Poco fue el tiempo que tardaron en llegar al otro portón, situado detrás del castillo. Era muy poco transitado y no tendrían problemas para dejar atrás el reino.
- ¿A dónde vais? – preguntó un guardia a Danna.
Ella no contestó.
- Debéis de ser Artagnan, todos están esperándoos. Venid, yo os acompañaré al torneo, parece que estáis perdido.

Danna, seguida de Loretta, estaba preocupada. No podía contrariar al guardia y sus planes se habían arruinado con un pequeño contratiempo.
Llegaron al lugar donde se iban a celebrar las Justas y desconcertadas, observaron cómo todos los caballeros con sus escuderos se preparaban para el combate. Escucharon como alguien decía un nombre, pero no le dieron importancia. Unos instantes después se percataron de que era Danna a la que se referían. Se colocó en el sitio que le correspondía y comprobó que todo estaba correcto. Frente a frente, un caballero de armadura oscura, se encontraba en posición de ataque. La joven dama aferró la lanza con fuerza y se preparó para la lucha pues no tenía otra alternativa. Cuando escuchó la señal de salida, sin saber cómo, espoleó a su caballo y éste como una bala, empezó a correr. A pesar de la indumentaria, notó cómo el aire azotaba su rostro, pero no duró mucho. A escasos metros, se encontraba el contrincante, que en pocos segundos, clavó su lanza en el hombro de Danna. Impactada por el dolor, perdió el control del caballo durante unos instantes. Después de serenarse, agarrándose el hombro que parecía dislocado, logró volver a su punto de partida donde Loretta le quitó la armadura para curar la magulladura.
- ¿Estáis bien mi señora? – preguntó alarmada.
- El dolor no es importante en estos momentos, debo salir ahí fuera otra vez – contestó mientas hacía una mueca de dolor.

Se incorporó de nuevo a la batalla y esta vez, en el segundo choque, derribó al oponente. El caballero yacía en el suelo. La doncella bajó del corcel y se quitó el casco para ayudar al joven. No se percató de que sus largos cabellos dorados habían sido vistos por toda la multitud, al despojarse de lo único que ocultaba su identidad. Cuando el muchacho fue atendido, ella subió al lugar donde le correspondía con su padre. Era cosciente de que su comportamiento no había sido el adecuado y debía pagar las consecuencias. El rey la miró asustado. No se creía lo que había visto.
- Lo siento padre, sé que lo que he hecho está mal – bajó la cabeza.
- Te hemos buscado por todas partes, temíamos lo peor. No queríamos alarmar a nadie, por eso no suspendimos el torneo.
- Veréis, no quiero casarme con alguien al que no amo. Ese es motivo de mi conducta, padre. Ruego que me perdonéis. No debí hacerlo pero, ¿de qué otra forma podía evadir las normas? Me casaré si eso es lo que os preocupa, pero antes, deberé haber encontrado al hombre adecuado.

A continuación, después de haberlo meditado mucho, su padre se incorporó y anunció lo inesperado - De ahora en adelante, las princesas del reino, se casarán cuando encuentren a su amado.
Danna, sorprendida por aquellas palabras, abrazó a su padre emocionada y tras unos minutos de silencio, los semblantes antes sorprendidos, se convirtieron en una luz de esperanza. Las miradas de Danna y Loretta se cruzaron y una amplia sonrisa se dibujó en sus rostros.

Lo que ella desconocía era que su valentía, marcaría un antes y un después no sólo en el futuro de las princesas, sino también en el resto de las mujeres del reino.

*..Indefinida.

4 comentarios:

  1. S O F I A!:) says:

    geniial!! :)

    you can!!!!!!!!!!

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  1. A Shana gusta!!! XDDDDD

    ¿Si haces segunda parte dimelo oky?

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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